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viernes, 11 de octubre de 2013

la mujer es la KGB

Una noche con amigos en un bar pediste gintonic.

Donde te cundía un silencio,
el descuido,

-Gintonic, ¿tú?

-Sí.

Yo.

Gintonic.-

3 flechas de indio por el culo.

Y aún,
3 gintonics después,
castigado cara a la pared.

Qué inmisericorde
el disfrute de la mujer.

martes, 1 de octubre de 2013

cerdos con toga


- ¿Qué clase de prejuicios son esos? No me lo puedo creer, señor juez. Estás lleno de ellos. Bien arriba la bandera del progresismo pero luego almidonada y puesta de delantal para comer en la piara de las opiniones. Piénsalo. Tan sólo has de ver el negocio de la prostitución como la más básica ley de la oferta y la demanda. Con la única salvedad de que, curiosamente, aquí la demanda se folla la oferta.

Smith torció el gesto visiblemente agitado y se levantó solemnemente, para paseando sus ojos por la mesa, atraer las miradas de cuantos allí había sentados. 23 de los 67 (vivos) antiguos alumnos de la promoción del 69 congregados y distribuidos en dos mesas de 22 y esta de 23.
   
-Miradle bien amigos.- dijo señalando con el brazo extendido al lugar en el que se encontraba sentado Alfred, sólo unos pocos asientos a su izquierda.- Así nos va en esta sociedad del todo vale. Además de ser desagradable y no tener moral, eres un hombre cruel. Como si la crueldad fuera la excusa…

-¿Cruel?- interrumpió Alfred, levantándose también, pero con una agilidad desmedida para su edad, como si un resorte alojado en su ano se hubiera accionado al escuchar la palabra cruel.- Tú no conoces la crueldad entonces. La crueldad vive bajo las alfombras de los salones mal barridos. ¿Mis flores? Yo no meto en mis juegos a nadie que no desee jugar. En cambio tú…tú eres vomitivo. Si no fuera porque tengo estómago de cirujano se me habría cerrado el apetito en este mismo instante. Coger de la mano a tu mujer en la cena de empresa mientras tus gemelos cambian de mesita de noche dos veces en semana. Oh, eso sí es desagradable! Lo siento Lisa.- se disculpó con un gesto de cabeza hacia donde intuía que Lisa estaba sentada, vapuleada a partes iguales, aunque Alfred no podía verlo desde allí, por la revelación pública de una realidad matrimonial tan privada y por las miradas apenadas que, parecido a un partido de tenis, ahora se cernían sobre ella. -  No eres, sino tú, todo lo putrescible que hay en esta sociedad. El colmo. Un cerdo con toga que avasalla a los demás con sentencias lapidarias. Y ahora déjame que termine mi bistec tranquilo.- concluyó acaloradamente. Volvió a sentarse y sacó el puro del bolsillo de la camisa mientras secaba su frente.

-Alfred, me temo que aquí no se puede fumar.- intervino su compañera de disecciones en la Biología de sexto curso.

-A la mierda Evelyn. Discutir con imbéciles también acorta la vida y no veo que el gobierno lo prohíba ni lo anuncie en ninguna cajetilla.