La emoción es descubrirla
en la almohada de ser yo
mudando barrio por el suyo.
A medias
bajadas,
apenas
despierta
-y viceversa-.
Me reclama de pijama
junto a sus miedos ordenados,
operarios de mujer insomne.
« Los valientes tienen recompensa,
los demás lo de siempre.
Escoge.
Entonces todo.»
Y duerme.
Me abofetea
en asombro su desnudez,
cuando la campana de domingo
yergue su espalda frágil
en buenos días.
Me derrama
junto a sus besos densos,
el torrente de pelo eterno.
Enrocado en mi mano como una boa,
lo doma al rato,
enhebrándolo en un moño cruel.
Y ya despierta,
todo reina.
Uf, me has dejado en algún lugar del que no consigo regresar
ResponderEliminarDos cosas quiere el hombre autentico: peligro y juego. Por ello quiere a la mujer: el más peligroso de los juegos.
ResponderEliminar(Nietzsche)