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viernes, 27 de julio de 2012

paciencia (divino tesoro)


-Entiendo sus quejas, caballero, pero ha de tener paciencia. Comprendo su urgencia y la inconveniencia que le hemos provocado. Sólo puedo pedirle eso, un poco más de paciencia.

-¿Paciencia? Mire, no me hable de esa estafa, porque cada vez más a menudo, en eso se ha convertido la paciencia, en una estafa piramidal. Tú coges y coges, no dejas de coger. Sin preguntar. Pareces tener fondos ilimitados así que la extiendes sobre la cama y te retuerces encima de ella y la lanzas por los aires. Es tan ligera, tan agradable en la punta de los dedos. También la repartes. Se siente uno genial repartiendo paciencia. Se siente como Donald Trump… ¿sabe usted quién es Donald Trump, señorita?

-Sí caballero, además de colgar y descolgar el teléfono, sé quién es Donald Trump.

- Fantástico. Pues eres como Donald Trump yendo por las calles con la cartera llena de paciencia, inundando con ella a los pobres diablos sin techo acomodados en tu portal, a las camareras que agrian el servicio con caras de perro, a los canallas que no respetan los pasos de peatones, a tu maldito cuñado, incluso a esos gorrillas tan irritantes. Por aquí por allá, al íntimo y al desconocido, no te importa si han hecho méritos. Incluso lo prefieres si no los han hecho, porque saboreas esa clase de generosidad que sólo enmascara engreimiento o bondad estúpida, pero nunca un gesto sincero.

El caso es que llega un día en que ha desaparecido toda, ¿entiende? Ya no queda nada de ella y se le tuercen a uno el gesto y la generosidad. En ese preciso momento cambian las tornas, la quieres toda de vuelta. Caminas por las calles de nuevo, pero esta vez con un frac raído, señalando y empujando con el dedo a cuantos encuentras <<Eh cabrones, ¿y mi paciencia? ¿Tenéis algo de paciencia? Devolvedme aunque sea un poco, anda. Yo os di sin preguntar.>>.

Para colmo llegas a casa y te aprietan los huevos los que se encuentran arriba en la pirámide <<Dónde está mi pellizco Donald? Sabes que hoy vencía. ¿Nada? Tienes tres días más. No me hagas descolgar el teléfono de nuevo>> Y como uno no es Jesús, se encuentra cada día más descosido y transparente frente al espejo. Jesús sí tenía paciencia. Una maldita Visa Platino de paciencia, pero él era el hijo de Dios. "Paciencia divino tesoro", ¿no? Lo mismo le daba ocho que ochenta. No puedo ser su imagen ni su semejanza, señorita.

No la quiero entretener. El caso es que, por todo esto que le acabo de explicar, yo soy de economía familiar con este tema, creo que es importantísimo saber gestionar ese tesoro y por ello me olvido de grandes desembolsos. El mes aprieta y no voy a ir por ahí derrochando. De hecho, guardo un bote en la cocina que se va rellenando cada vez que alguien dice un taco en casa y si sobra algo, me permito algún capricho. Porque no olvide, señorita, que eso, y nada más que eso, es la paciencia entre animales, crédito para soportar caprichos y vicios ajenos.

¿Oiga? ¿Señorita? ¿Oiga? Será… ¿Me ha colgado? Mis 2 minutos de gloria diarios. Disertando como Platón. Y tiene los huevos de colgarme. Se va a enterar de lo que es la paciencia.

¿Sí? Oiga, creo que se le ha debido de cortar…

jueves, 12 de julio de 2012

...ergo sum


A veces uno se aburre de amarse a sí mismo. Decide entonces que se siente solo. 
Cree firmemente que alguien más debería disfrutarle, al fin y al cabo, vale mucho. 
Se lanza a buscar a quien demostrarle todo cuanto vale. 
(Atentos al ligero matiz, “se lanza a buscar”, no “desea encontrar”)

Tantea, juguetea, halla. 
Escoge siguiendo un patrón bastante sencillo de retratar y complicado en demasía de entender, escoge a aquél que le concede la respuesta más positiva en lugar de aquél para el que su propia respuesta lo es. Desea empezar ganando, desea ganar. 
Esto es, un fabricante de miel con alergia a las abejas. Interesante.

Extiende entonces todo lo destacable de su ser encima de esta persona y cada vez se gusta más y mejor porque aquella observa extasiada, porque aquella se “ha dado cuenta” de cuánto vale. 
La envuelve y, claro, envuelto aquél ya no puede ver. 
Ahora se siente mejor, mucho mejor. 
Su gozo llena el pozo, lo rebasa completamente. 
Existe, y otra persona lo ha confirmado. 
Existe y tiene valor. 
Ya ha recargado las baterías de la autoestima a tope y está preparado para todo, ha evolucionado.
Se siente bien. Decide entonces que prefiere estar solo. 
A fin de cuentas, él no necesita a nadie.

¿O sí?


"Gente que se conforma con sentimientos menores y gente que escoge una soledad natural antes que una compañía forzada." IP


martes, 3 de julio de 2012

desposeído


Ahí estaban tirados, yaciendo como dos exploradores, que cansados de buscar un agua, deciden encontrar una sed. Buscando en sí, encontraron sed, pero también lenguas extrañas. Estas lenguas murmuraban a un volumen casi imperceptible, aleteando en una frecuencia rara y, como ya murmuraban ellas, ellos prefirieron callar. Callaron y cayeron, el uno en el otro, umbilicales y apresados. A cada aleteo más desnutridos sus estómagos. Huérfanos, fetales y uno.  

En este mundo, en este, a veintiún metros sobre el suelo, un viento africano templadísimo barrió sus pieles exfoliando las quimeras que el crecer se cobra en los poros, intercambiándolas por minúsculos escalofríos.

Y entonces escribí:

Con oler tu vientre soy todo hueco y silencio, por un instante los por qués me dejan aspirar algo de aire en el pabellón de fusilamiento. Una bocanada que antes de llegar  y, como casi todo lo que uno anhela, se disuelve a orillas de los sentidos. Sin retrato, sin guarida, sin reserva, es comprarles aire de vida a los rifles para, impelido y empujado, saborearlo, al fin, libremente.

Pero ya le siento subir las escaleras y abrir la puerta. Mientras me arrebujo más y más en tu vientre, y hundo mi nariz en tu foso y mis ojos en las suyas, cada vez con más firmeza, lo siento llegar hasta mi, su mano en mi hombro.

“Aún no, aún no. No me lleves de aquí aún.”



En este mundo, en este, tuve suficiente y nada más. Suficiente.
¿No es éste el verdadero anhelo? Ser...desposeído.