Me gustaría concentrar todo aquello bueno que alguna vez hubo en mí en las yemas de mis dedos, recorrer con ellas cada centímetro de tu piel y así inundarla con la energía que tantas veces he absorbido. En el mejor de los casos saldaríamos la deuda destructiva que nos ata. Moneda a moneda, una fortuna gastada. Desgraciadamente no dispongo de ese poder, mis yemas no hacen milagros en tu piel y por eso sólo me queda perderte tesoro, moneda a moneda.
chapó
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