Si tan sólo la talla de nuestras
voluntades
coincidiera con la de nuestros
propósitos,
tendríamos nuestras ambiciones
y los sueños que desprenden
agarrados por las pelotas.
Un deseo que no persevera es una
tontería, como la mordedura de un perro
en una piedra.
Este con leerlo dos veces me ha bastado
ResponderEliminarEl miedo siempre ha sido la zancadilla de la ambición
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