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lunes, 9 de abril de 2012

aquel perfil moreno

Observaba el reflujo de opulencia de sus ojos como un mendigo gris, gruñendo en sus adentros, deseando su labio inferior con hambre rabiosa.

<<Todo cuanto deseaba le pertenecía a ella>>

Mirándola, afincado en la distancia, bebiendo de su imagen con esa distancia, cavilaba...

<<¿No era ese perfil de su nariz  y sus labios la opulencia que ambicionaba?, ¿no era esa caída desordenada de su pelo la propia caída suya?>>

Mirándola malfito y vagabundo se envenenaba en deseos de acomodar su pelo, sostenerlo apenas en sus dedos un segundo y dejarlo escapar en el vacío. Y repetir el proceso una y otra vez hasta adormecerle sus sentidos, hasta gustar su calma con sus manos. Calmar así el gruñido suyo también.

Poder alimentar ese vacío del sin techo, escalar con ilusión afanosa y cíclica las murallas de cartón entre sus dos mundos durante unos minutos. Para luego volver a su bordillo, golpeando su frente y maldiciendo su adicción, con sus manos tiritando en deseos de volverla a anhelar unos minutos más en noches por venir.

Drogar ese abismo suyo hasta otro día en que observar y gruñir de nuevo aquel perfil moreno con ojos de lumbre, aquel perfil en la distancia.

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