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lunes, 26 de marzo de 2012

vive en la orilla

Los niños juegan en la orilla del mar.
Son un cubo, con  muescas y formas que ríen.
Construyen castillos. Y acabados, los contemplan.
Olor a arena mojada, humedad de sueños.
Llega un verdugo espumoso y los arrastra.
 
Se lamentan, se enrabietan, se lloran encima.
Otros más y unos menos, se enjugan los rostros.
Reculan en la playa.
 
Construyen castillos. Y acabados, los contemplan,
pero una hoz acuosa vuelve a arrastrarlos.
Reculan aún mucho más.
 
Construyen y contemplan.
Contemplan y contemplan.
Olor a arena quemada, asilo de podredumbre.
 
Se les gastan los dientes y los ojos.
Secos y seguros. Cuerdos. Reculando.
Pues vaya historia.
El amor vive en la orilla:
con los dementes, con las verdugos.


¿Lecciones aprendidas? Olvidadlas todas si buscáis amar en la orilla. Si no, apuntad y reculad.


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