Entonces una pasión negra como el azabache contaminó mis sentidos al recordarte en tus besos de rabia, de fiera enjaulada de la manera más primaria escapando de mis manos.
Este furtivo no sabe mucho de la selva pero si del sabor de la impaciencia en los labios y del olor a celo en las miradas clavadas. Afilando su cuchillo junto al fuego, esperando encontrarse en la soledad del cuerpo a cuerpo con la pantera de negro, la de los besos de rabia.
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