Esta noche, sin avisar, apareciste en mis sueños. Vestías la misma tez morena y el vestido blanco de la última vez que respiramos al mismo compás, la que compartimos un atardecer en aquel trocito de playa.
En él tu mirada extraviada inspiraba en mí el eterno e inexplicable interrogante. Radiante sería el adjetivo idóneo, te rodeaba un aura que se me hace complicado explicar. Llevado hasta donde querías, magnetizado, moría en tus labios de silencio una vez más.
Hoy en mi sueño hubiera abandonado el mundo por tu piel morena sin dudarlo un solo instante, pero claro, los sueños, sueños son… ni más ni menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario