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domingo, 7 de octubre de 2012

a la vileza de la infravida


La muerte 
                  (ajena)
suma albercas de soledad
a la vida
               (propia),
menos por la falta
que por la naturalidad
con que ésta
llega.

Se sigue uno
de ojos abiertos y
solo, se sigue,
como se va, como se
llega.

Mas con tristeza tonta,
de improviso, 
emetiza la vileza
de una infravida,
y se grita en la purga:
joder, ¡vive!



Nota mental: Se antoja infranqueable al ser no infravivir pero, maldita sea, vamos a pelearlo al menos. No permitamos que la desgracia, ajena o propia, se convierta en el único motor que nos despierte de la anestesia tan puta y tan ingrata en que nos vemos, casi siempre, inconsciente e irresponsablemente amodorrados. Porque, eso, es ser unos desgraciados.


Emetizar: provocar el vómito


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