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lunes, 11 de febrero de 2013

de escarabajos y mujeres bellas


-Tiene la soledad tan concurrida como Benedetti
-¿Ese güero? Pero si es feo que duele mirarlo.
-Sí, pero dicen que es poeta.
-Puede ser lo que carajo quiera pero es feo como un pinche escarabajo pelotero.
-¿Sí? Pues ahí entra la pelota.
-Ni modo, no puede ser esa injusticia. Ese chavo no puede beneficiarse a esa chamaquita. Voy acabar enojándome esta noche.
-¿Injusticia? Ni si quiera la conoces. Sus neuronas podrían estar igual de mal distribuidas que la cara de ese “chavo”.
-Aún continúa siendo una injusticia. Mírela, parece parida por dios. Las mujeres bellas son algo tan valioso y gratuito que uno se vuelve loco de amor. Las mira y todo es inexplicable.
-Ahora resultará que ser bonita es un mérito.
-Pinche cabeza hueca por supuesto que no. Un mérito se trabaja, un talento se atesora. Algo tan innecesario e irracional, algo tan alejado de lo que trasciende es una bendición, un don, el talento en sí mismo maldita sea.
-Así que ser bello es un talento más por el hecho de ser accesorio.
-Y aleatorio, y gratuito y fugaz también.
-Y fugaz…
-Piénselo de la siguiente manera. Un hombre tozudo puede pelear hasta encontrar algunas respuestas a su vida, o al menos creer que lo hace, pero dele esa misma vida para contemplar, así de cerquita, a una mujer como esa y para eso no encuentra explicación. Le apuesto mi casa con mi mamá dentro a que eso no lo puede explicar. ¿Por qué cree si no que, ese poeta como usted lo llama, apuesta por ella? Porque lo despierta por dentro. Le vale madre su cabeza. La poesía ya la tiene él dentro de sí. Ella no le aporta la poesía, ése don es suyo.
-Entonces Bécquer…
-Bécquer era un pinche joto que decía sandez tras sandez porque lo tenían bien agarrado de los machos. Poesía no eres tú. Poesía es lo que se destila del asombro, lo inalcanzable.
-Entonces su belleza no es más que un gatillo para despertar su asombro.
-Exacto cabrón. Como un fertilizante. Aunque ándese con ojo con las mujeres bellas. No debe ahondarse demasiado en ellas. Son los velos que las recubren los que nos obnubilan. Una mujer descubierta deja de ser un pecado fascinante para convertirse en una realidad. Y a mí las realidades me aterran. Por eso adoro las mujeres que imagino pero acabo malqueriendo las que existen.
-Lo que tú digas...qué puede esperarse de un mejicano loco y medio borracho. Mejor sigue bebiendo.
-Ahí se marchan. Maldito sea. Si me diera esa mujer un día no más para tratar de explicarla infructuosamente… ¿Y cómo dice que se hizo poeta el escarabajo aquél?

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