Es una sensación curiosa la de comenzar este diario de a bordo, más aún cuando no persigue ninguna ambición particular. Puede que sea algo tan sencillo como un área de descanso donde desentumecer el pensamiento y esclarecer ideas que de otra forma acabarían garabateadas en folios condenados a coger polvo. Si bien es cierto que aún no tengo una idea preclara del ambiente que quiero darle a este lugar, sí sé que estará hecho a mi manera. Probablemente no será la mejor ni la más original pero sí la más auténtica y personal. El leitmotiv no será otro que dejar caer esporádicos pedazos de mi para quien tenga a bien recogerlos y otorgarles algún valor.
En mi caso me cuesta escribir por placer, lo mío es un tema más vital que estético ya que soy una persona a la que le cuesta expresar con propiedad lo que siente si no es delante de un papel en blanco. A lo mejor he mentido y sí existe una ambición detrás de este proyecto, la ambición de que estos textos se conviertan en mi contribución a los demás; compartir estos sentimientos y reflexiones para que en el mejor de los casos se convierta en un empujoncito para todo aquel que alguna vez sintió algo parecido y no supo cristalizarlo en palabras.
¿Crees en las casualidades? Yo sí. Es complicado, porque no creo en el destino en sí, si no en su esencia, en que parte de él contribuye a lo que realmente sucede, aunque me parece estúpido pensar que todo dependa de él. Como ya he dicho, es complicado, y no voy a seguir, porque tengo el don (y/o maldición) de explayarme demasiado y no acabaría nunca.
ResponderEliminarLa razón por la que te escribo este comentario (me disculpo por adelantado de su extensión, que conociéndome, será demasiada) sí tiene que ver con las casualidades, ya que gracias a ellas he llegado hasta tu blog. Resulta, que me siento muy identificada contigo, tanto por lo que dices, como por cómo lo dices, y más si cabe por lo que quieres llegar a decir. Que con honestidad, dudo que alguno consiga descubrirlo de verdad. Me incluyo a mí misma, porque nunca se sabe.
Sobra decir que escribes bien, pero nunca viene mal que te lo recuerden. Lo sabes, y espero que nadie te haya dicho lo contrario, y sobre todo, confío en que en el supuesto caso de que sí, no se te haya pasado por la cabeza tenerlo en cuenta (aunque todo consejo es bueno).
Lo dicho, me he asustado al leerte, porque me sentía demasiado identificada. Miedo unido con excitación, emoción, intriga, perplejidad, entusiasmo, admiración … aunque he de recalcar que no me has hecho sentirme menos especial y única, si no tal vez comprendida, por primera vez. Así que gracias. Tu contribución, ya sabes con exactitud, que ha sido efectiva en un caso más (de los muchos que ya hay y habrá).
Espero que las casualidades, jueguen a tu favor como lo han hecho conmigo al llegar hasta aquí. Si no has sentido nunca que estás aún por descubrir (en todos los sentidos) te lo confirmo, lo estás, y poco a poco dejarás de estarlo. Sigue escribiendo, sigue deleitándonos, deleitándote.
Era una maldita injusticia que el tuyo, siendo el que más me ha sorprendido, fuera el único comentario sin contestar de este blog. Espero que, aunque tarde y mal, algún día vuelvas a comprobar si "el capullo de ha dignado" y, así, encuentres respuesta. Te agradezco tus palabras, en primer lugar, de la manera instintiva y vanidosa, por ser energizantes y agradables, por motivarme a continuar con esa intensidad; y en segundo lugar, de la manera profunda y sincera, porque más allá de halagar me enriquecen con tus sensaciones y me hacen sentir una suerte de pertenencia excitante -desconozco a quién, un nombre estaría bien-, tal vez la comprensión de la que hablas.
ResponderEliminarDe alguna forma sí creo en las coincidencias. Siempre he tenido la teoría de que las coincidencias le agrandan el corazón a la gente por un rato. Descubres que alguien que te acaban de presentar es del pueblo de tu padre y eso te hace sonreir. Es una idiotez fantástica y extrañamente gratificante. He estado una temporada sin querer escribir pero ya no más. Así que espero que no hayas dejado de volver y que sepas perdonar la injusticia tan llana de un olvido. Si estás ahí, gracias, a mi manera.