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sábado, 11 de febrero de 2012

bolsas de plástico sin nombre

--- Apadrinábamos cientos de horas de oscuridad y silencio, que no de otras cosas está hecho el amor. Sublimando cada gota de ese líquido que bañaba nuestros sueños nos descubrimos extasiados, el uno en el otro.

Recuerdo ver nacer mis manos al templarlas en tu figura por primera vez, construir el primer ábaco rudimentario de dedos nerviosos con que contar tus lunares, inaugurar mi nariz patinando por tu cuello y hacer de las fibras de mis piernas, la primera noche que anduve hacia tu portal, dos manojos: la izquierda de valor y la derecha de temblores. Recuerdo también ser Chronos, jugándote con yemas noveles, con tus ojos clavados en los míos.

Yo te desnudé por primera vez con mis palabras, y ¿tú? Tú eras un puto ángel, la criatura más maravillosa que yo haya visto. Tú me desnudaste la vida.

Así luchaba y prendía fuego al mundo y a las bestias que trataran de dañarte. No mientras me alcanzaran las fuerzas. Me exprimí para enseñarte cuanto supe y extendí mi piel sobre la tuya para abrigarte. Inventé toda suerte de fórmulas para ofrecerte todo cuanto tuve o fui. Te regalé mariposas y libélulas de muñeca para que fueras aún más grande y fuerte y bonita.

A cambio tú perdonabas mis pecados de estar por casa y me hacías curas en las entrañas, purgándome y reconciliándome. 

Mi fortuna era ser el elegido una y otra vez, mi regalo llenar bañeras con lágrimas de orgullo.---



Aquella primavera cayeron los titanes, que convertidos en bolsas de plástico sin nombre, a partir de aquel momento cruzaron sus caminos de planeo caótico en riguroso silencio. Como desconocidas tachuelas en un cinturón antiguo o regalos que olvidaron su valor. 

Ahora que somos una sombra mal nutrida nuestras manos están desiertas, ya hemos pagado el precio. Precio de julio menguado, de desconocidos íntimos, de pingüinos acribillados a balazos.

Apretaste mi corazón con tanta furia que no deja de ser extraño que hoy al verte no sacudas mis pestañas, ni mis dedos, ni mis ojos, que te reconozca a duras penas porque no existes ya fuera de estas líneas. No me quita el sueño nada de ello. Aprendí largo atrás que si el calendario trae brasas: le miras a los ojos y le meas encima para apagarlas.

Fotografía por Manuel Juan Juan

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